De cabeza a por la Liga
Con el City a la vuelta de la esquina, Zidane repartía descansos como un capataz entre sus obreros más esforzados. Además de los lesionados Cristiano Ronaldo y Benzema, se quedó en Madrid Kroos de fin de semana libre. En el once titular de Anoeta tampoco estaban Carvajal, Marcelo ni Pepe. Sí que entraban de inicio cinco jugadores que serán titulares el miércoles: Keylor Navas, Ramos, Casemiro, Modric y Bale.
No renunciaba a la Liga el Real Madrid, porque a falta de tres fechas para acabar, un último esfuerzo siempre vale la pena. Zidane confiaba en Danilo y Nacho para los laterales, en Varane como compañero de Sergio Ramos en el centro de la zaga y en James para juntarse con Casemiro y Modric. El colombiano ha quedado relegado ya a un segundo plano como Errejón en Podemos, pero Zizou le daba otra oportunidad a pesar de su infidelidad futbolística a sí mismo.
Arriba, Bale se quedaba como el Llanero Solitario de la BBC. Le acompañaban el meritorio Lucas Vázquez, el jugador número doce y la revelación del año en el Real Madrid, y el canterano Borja Mayoral, dispuesto a ganarse un sitio en la mesa de los mayores.
A los tres minutos dieron los blancos el primer aviso. Fue en un pase maravilloso filrado por James con el exterior de la zurda para habilitar a Bale. El galés se plantó solito ante Rulli, pero la pelota le quedó a su pierna de palo y le salió un disparo defectuoso como un tiro libre de Saquille O’Neal. Cinco minutos después el meta de la Real sacaba abajo un tiro envenenado de James dentro del área. El Real Madrid maduraba el 0-1.
Perdona el Madrid
A los once, un cabezazo de Ramos a la salida de un córner se fue torcido como la letra de un médico. Perdonaba el Madrid y sufría la Real. Diluviaba a ratos, a otros salía el sol. Tres minutos después, fue Bale el que tuvo en su cabeza el 0-1, pero su remate lamió por fuera el palo derecho de Rulli. El primer cuarto de hora de los de Zidane en Anoeta era digno de un equipo que quiere la Liga.
De nuevo Bale perdonó el gol a un centro medido de James desde la izquierda. El galés se elevó, se quedó suspendido en el aire como una cometa, pero su cabezazo picado se perdió desviado. Demasiadas ocasiones falladas, el Madrid perdonaba más que un sacerdote después de la confesión. Cinco minutos después un enorme saque de banda del galés acabó en los pies de Borja Mayoral, que bailó claqué con su central y se la puso de cara a James. El colombiano la tenía a huevo, pero su disparo flojo y centrado murió en las manos de Rulli.
Casemiro y Modric gobernaban el centro del campo como los Castro en Cuba: sin oposición. El Madrid dominaba y acumulaba ocasiones como las Comunidades Autónomas acumulan déficit: con riesgo de acabar la Liga en bancarrota. A los de Zidane sólo les faltaba el gol. El partido estaba bajo control visitante, pero las tablas empezaban a asfixiar las opciones del Real Madrid por la Liga. Zidane se tiraba de los pelos imaginarios, pero pedía calma a los suyos.
Intentaba estirarse la Real con la timidez de un seminarista, pero el Real Madrid ni se inmutaba. Nacho tuvo en sus botas el primero después de una tremenda galopada por la banda izquierda, pero se le atascó la pelota y se cruzó en su camino un defensor donostiarra. Al acoso blanco sólo le faltaba el derribo. Un disparo alto de Zaldúa fue la primera ocasión de los de Eusebio en un primer tiempo donde el Real Madrid templó y mandó, pero falló con el estoque.
Falla el estoque
En la reanudación el guión cambió menos que el de un capítulo del Equipo A. Bale, otra vez de cabeza, la echó arriba a la salida de un córner. Es que cuando no está de Dios, no está de Dios. El Real Madrid había empezado a perder algo de brío y la Real comenzaba a animarse y a soltar alguna coz que otra. Undiano trataba de manejar el partido sin desenfundar demasiado, por eso algún realista se escapó sin tarjeta.
En el 55 Bale tuvo la enésima ocasión para marcar después de un buen centro de James desde la izquierda. El galés tiró raso, pero Rulli sacó un pie que alejaba al Madrid de la Liga. Todo el banquillo blanco se echaba las manos a la cabeza. Era imposible merecer más y sacar menos. Los astros parecían alineados para que los de Zidane no marcaran un gol.
En el 65 otra vez el galés se equivocó después de una asistencia involuntaria de un jugador realista. Cuando tenía sitio y tiempo para tirar, eligió asistir a Borja Mayoral, pero su pase fue interceptado por la defensa. Fue un error de cálculo y una elección equivocada, como la del PSOE con Pedro Sánchez.
En el 73, con el Madrid ya atacando el oleadas, Rulli volvió a rechazar un centro envenenado de Jesé, que había suplido a Mayoral. Salió Isco por un fundido James como recurso natural para intentar buscar el gol a la desesperada. Percutía el Madrid, pero siempre se le encasquillaba el disparo final.
Y a la enésima, la vencida
Y en el 79 el Real Madrid obtuvo el premio a la insistencia. Fue con un centro maravilloso de Lucas Vázquez desde la banda derecha. La pelota voló medida al centro del área y también voló Bale que, esta vez sí, enganchó un cabezazo recto y violento, como un directo al mentón, que se coló cerca de la escuadra izquierda de Rulli. El banquillo del Madrid lo celebró como si fuera el gol de la Undécima. Se lo merecían.
No renunció la Real, que tuvo un cabezazo en el 46 que atrapó abajo Keylor Navas. Sufría el Madrid, con todo su banquillo en pie, rezando porque Undiano pitara el final. Lo hizo después de otra falta lateral que helaba el corazón del madridismo. Pero al final los de Zidane obtuvieron una victoria trabajada y merecidísima.